sábado, 13 de diciembre de 2008

Un día realmente ajetreado

Y por fin llegó el gran día, creía que no llegaría nunca. Esta mañana me he levantado pronto, muy pronto. Solo eran las nueve de la mañana y ¡ya estaba despierta! Todo un reto tratándose de mí. Bueno pues a lo que iba, los nervios no me dejaban dormir, así que me he levantado. Acordándome del trato que hice con mi madre, me he puesto a estudiar, pero la verdad que no me he podido concentar.
Después de comer los nervios estaban a flor de piel, la abuela que todavía no había acabado de arreglar el vestido, mi madre que acababa de llegar a casa después de un duro día de trabajo y yo... yo no sé ni como aguantaba sin sacar mis nervios a relucir. Lo importante era llegar a tiempo a la fiesta. Sí eso era lo verdaderamente importante.
El teléfono ha sonado como unas cien veces durante toda la tarde, mis amigas que desde que se han enterado que yo también voy a la fiesta no paran de llamar preguntando si ya estoy lista.
La fiesta es a las nueve, y ya son las ocho, y yo que no he empezado a arreglarme. Mi madre acaba de entrar en la habitación: - Jimena venga, yo te ayudo.
Las nueve menos cuarto ya estoy preparada y mis amigas puntuales pasan a por mi.
Todas vamos guapísimas. Nos lo vamos a pasar genial.
¡Que empiece la fiesta!

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